San Bartolomé, es uno de los doce apóstoles llamados
por Jesús durante su vida terrena. Su nombre hace referencia al de su padre, de
origen arameo, Bar Talmay, que significa “hijo de Talmay”. Como se sabe, sobre
San Bartolomé no existen noticias relevantes, su nombre aparece dentro de la
lista de los Doce Apóstoles pero no se encuentra incluido dentro de ninguna
narración.
Tradicionalmente
se identifica su figura como Natanael que significa: “Dios ha dado”. Provenía
de Caná y por tanto es posible testigo del milagro en las bodas de Caná obrado
por Jesús en aquel lugar. En el evangelio de Juan, Natanael aparece junto a
Felipe, lo cual coincide con el orden que tiene Bartolomé en la lista de los
apóstoles.
Precisamente
Felipe sintió la necesidad de comunicarle a Natanael que había encontrado a
“ese del que escribió Moisés en la ley, y también los profetas: Jesús el hijo
de José, el de Nazaret”. Le respondió Natanael: “De Nazaret puede haber cosa
buena”. Así pues se confirman las expectativas judías, ya que el Mesías según
ellos no podía provenir de una aldea tan oscura.
Natanael no parecía precisamente un ingenuo. Felipe
lo conocía bien, y le dice “Ven y verás”. Sin duda, el apóstol recién llamado
rebosaba entusiasmo, no le puede el orgullo. Seguro de sí mismo, es a la vez
sencillo y no desprecia lo que Felipe le propone.
Natanael se aproxima y Jesús retrata a la perfección
su personalidad atractiva en muy pocas palabras ante todos: “Ahí tenéis a un
israelita de verdad, en quien no hay engaño “. Cita parecida a la del salmo 32
en su numeral 2 donde se dice: “Dichoso el hombre a quien Dios no le cuenta el
delito, y en cuyo espíritu no hay fraude.”. Tras la pregunta de Natanael sobre
porqué Jesús lo conocía, le habría contestado de modo implícito el motivo de su
infinita sabiduría que lo había visto bajo la higuera antes que Felipe lo
llamara.
A partir de ese momento, y para el resto de su vida,
no hubo ya para Bartolomé otro interés que servir a la causa de Jesús. La
condición divina, de quien había podido conocerle por dentro y también su
quehacer de unos momentos antes, debía ser, en justicia, confesada. Su hombría
de bien le impulsa a no callar: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el
Rey de Israel. Lo demás, en la vida de san Bartolomé, fue una
consecuencia lógica de quien, en efecto, no tiene doblez. Este apóstol procuró
ser coherente en lo sucesivo con lo que tuvo ocasión de comprobar, con la
asistencia eficaz de Felipe: que Jesús de Nazaret era el Cristo prometido por
Dios como Salvador del mundo. Y ese mismo Hijo, Dios lo admitía entre los
suyos. Dios encarnado contaba con su colaboración y le prometía contemplar y
participar en su gloria sobrenatural.
Ante la figura sencilla, franca y recia, de
Natanael, Posiblemente debemos aprender también de este apóstol su fe. Una fe
en la divinidad de Jesucristo que se desborda en confesión pública y en
conducta de vida leal a Quien se le ha manifestado de modo tan gratuito y le ha
enriquecido para siempre. La promesa de Jesús: veréis el cielo abierto y a
los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre, es, desde luego, un
animante estímulo para siempre, capaz de hacer reemprender el trabajo
apostólico en momentos de aridez, o cuando una pesada soledad parece marchitar
las joviales energías de otro tiempo, El mundo de hoy nos ocupa en exceso con
trabajo y la tecnología, robándonos de esta manera el tiempo para orar y
aprender de la Sabiduría de Dios, lo cual es lo único que finalmente, en medio
de los problemas, nos mantiene llenos de esperanza, confianza, optimismo y Fe
por vivir.
"San
Bartolomé predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia, hizo
muchísimos milagros el santo en este sentido. Y por haber liberado un demonio a
la hija del Rey Polimio, este rey se convirtió junto a su familia y al mismo
tiempo doce ciudades de su reino, renunciando al trono y haciéndose discípulo
del apóstol. A partir de entonces rigió los destinos del reino un hermano de
Polimio, llamado Astiages.
Astiages,
dejándose llevar de la cólera por haber convertido a su hermano y muchas
personas de su reino, ordenó que inmediatamente mil soldados, perfectamente
armados, salieran en persecución de Bartolomé, al que sus perseguidores
capturaron y condujeron ante el nuevo rey.
San
Bartolomé hasta sus últimos momentos demostró lealtad ante Jesús y a nuestro
único Dios y no idolatrar falsas dioses.
Sobre el
martirio padecido por San Bartolomé existen diferentes versiones. Según San
Doroteo, fue crucificado. He aquí las propias palabras de este santo: "San
Bartolomé dio a conocer el evangelio de san Mateo a los indios, predicándoles
en la lengua que ellos hablaban, y murió crucificado cabeza abajo, en Albana,
ciudad de la extensa región de Armenia". San Teodoro afirma que fue
desollado. En cambio, en otros muchos libros se lee que este apóstol fue
decapitado. Estas versiones, empero, no son necesariamente contradictorias,
sino que, al contrario, todas ellas pueden ser verdaderas, conciliables entre
sí y complementarias, puesto que bien pudo ocurrir que el santo apóstol fuese
primeramente crucificado; luego, antes de morir, descolgado de la cruz y
desollado vivo, para hacerle sufrir más; y, finalmente, estando todavía con
vida, decapitado
Dios no sabe
abandonar a sus hijos. A cada uno nos basta ser como somos, coherentes con las
capacidades que hemos recibido por familia, por cultura, por medios materiales,
por salud... Dios nos conoce y quiere difundir en nuestros ambientes su Gracia
y el tesoro de una Vida Eterna usando nuestras manos, nuestra boca, nuestro
trabajo, nuestra sonrisa y nuestro AMOR.
La Madre de
Dios, Madre Nuestra y Reina de los Apóstoles, nos protege maternalmente, como
protegió a los doce discípulos de su Hijo, hasta que se vieron llenos del
Espíritu Santo.
ORACION
A SAN BARTOLOME
¡Oh Santo
Bartolomé!, íntegro sin mancha ni doblez, ante ti nos presentamos
pidiéndote por la salud emocional y la restauración de la raíz
de nuestras crisis nerviosas.
Asístenos,
Oh Santo Varón de Dios, cuando la nube negra de la desesperación amenace
nuestros pensamientos, tú que fuiste atormentado por un cruel martirio,
apiádate de nuestra presente necesidad:(aqui con mucha Fe y confianza en que
Dios nos escucha, realizamos nuestra petición).
San
Bartolomé intercede por nosotros, que vivimos en un mundo agitado donde las
angustias y temores, los nerviosismos, las ansiedades y depresiones nos
rodean y como olas tempestuosas se agitan en nuestro interior.
¡Oh San
Bartolomé! restáuranos la paz interior, la paz en nuestros hogares y la
paz en el mundo entero.
Muéstranos
que Dios siempre está con nosotros y alcánzanos la gracia de experimentar Amor,
paz y tranquilidad en nuestra vida.
Que
siguiendo tus pasos de Santidad podamos imitar tus virtudes, viviendo una vida
íntegra, sin las manchas de los errores ni corrupciones de este mundo,
para hacernos merecedor como tú de los halagos del Maestro y poder un día
disfrutar de las bienaventuranzas dignas del pueblo santo.
Te lo
rogamos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
PETICION
San Bartolomé intercede ante
nuestro Señor Jesucristo por nosotros, que vivimos en un mundo agitado donde
las angustias y temores, los nerviosismos, las ansiedades y
depresiones nos rodean y como olas tempestuosas se agitan en nuestro
interior.
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